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Yo, ellas y todos

Sus ojos se abren, instantáneamente las tres muchachas aparecen. No dijeron ni una palabra, sólo la miraban, atentas a cada movimiento. No sentía miedo de ellas, siempre habían sido así. No sabía si querían protegerla, o si sólo la acosaban; no sabía sus nombres ni por qué la seguían.

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Caminó hacia el baño, pero ellas no la seguían allí. Inclinó levemente su torso con la intención de mojarse la cara, y así lo hizo. Devolvió su vista al frente, en el espejo aparecían sus reflejos, la esperaban pacíficamente del otro lado de la puerta.

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—Se hará tarde —avisó la castaña.

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Ella, obediente apuró su ritmo y salió del balo. Una vez en su cuarto, ellas la asesoraron. Le dijeron qué ponerse y cómo moverse. Las cuatro juntas salieron de la casa y se dirigieron al colegio. Las tres muchachas saludaban a toda persona que veían, pero ella no; se quedaba callada, observándolas, admirando todo lo que ella nunca podría ser. Pasaban las horas y su día no mejoraba, pero tampoco se quejaba, ya estaba acostumbrada.

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Una vez en casa su madre le preguntó cómo le había ido, ella no supo qué responder, estaba muda. Pero en un susurro casi inaudible la rubia le dijo exactamente qué decir. Su madre parecía complacida, no se había percatado de que una de sus acosadoras le había dado la respuesta.

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Ya era de noche, y bajo la atenta mirada de ellas se durmió. La noche era cálida, silenciosa de forma que sólo resonaba el suave susurro del viento. Sus párpados estaban cerrados, su respiración era calmada, y de vez en cuando se movía. De pronto, de forma repentina empezó a sudar, su respiración se empezó a agitar, y en un movimiento brusco se sentó. Un fuerte escalofrío recorrió su cuerpo, en un acto de reflejo apretó sus sábanas, y como si nada hubiera pasado se volvió a recostar. Sus manos se relajaron, dejando en paz la suave tela; su respiración se calmó y poco a poco, el sudor desapareció.

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Esa noche soñó con ellas. No recordaba qué había soñado, pero no le había gustado. A la mañana se había despertado con un gusto amargo, sentía el corazón apretado y los ojos cansados. Un leve nudo se había formado en su garganta, pero no había rastro de lágrimas aproximándose. Buscó a las tres muchachas con la mirada, pero no las encontró. Eso era raro, muy raro.

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Frunció el ceño, se sentía perdida sin ellas, desorientada; así que decidió buscarlas. Buscó bajo su cama, en el armario e inclusive en el baño, pero ellas no estaban allí.

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¿Se habrían ido? ¿Volverían? No podía evitar preguntarse.

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Sin que se percatara, ellas la seguían, esperando el momento correcto. Luego de que pasase un rato, se dejaron ver. Las encontró en una postura perfecta, sentadas en el borde de su cama. Le daban la espalda y parecían esperarla. Se acercó con cuidado y esperó que hablasen, pero ellas no lo hacían. Las miraba y las miraba, las tres frente a ella sin decir una palabra. Jamás le había pasado, siempre le decían algo.

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—Nunca hemos entrado, queremos hacerlo —sentenció una.

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Había llegado el momento, la castaña y la morocha estaban seguras, querían hacerlo. La rubia por su parte no estaba segura, pero todo estaba decidido ya, era hora.

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—Hablamos del baño… —aclaró seriamente la morocha.

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Ella sabía que hablaban de eso, hace mucho que le venían hablando del asunto, pero nunca fue algo que pensó que llegaría a concretarse, al menos no en el futuro cercano. Sus ojos oscuros penetraban los suyos, causándole más de un escalofrío. No objetó, mucho menos a ella.

Las cuatro fueron al baño a paso tranquilo, parecían complacidas de que por fin sucediera. Ella nunca entendió qué podrían querer las tres chicas de su vida, no había nada interesante; ni siquiera ella se sentía partícipe de la misma, sólo era una espectadora, mirándolas a ellas lucirse y destacarse.

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Cerraron la puerta del baño con cuidado, y poco a poco se acercaron. En el lavamanos estaba todo lo necesario, no hacía falta demasiado para lograr el acto.

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Su garganta se secó y sus ojos comenzaron a cerrarse, poco a poco comenzó a marearse. Veía borroso y escuchaba poco, pero todavía podía verlas a ellas con claridad, sonriendo, expectantes. Intentó recomponerse, intentó detenerse; pero no pudo.

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Ellas lograron su cometido, consiguieron su muerte. Pero no sabían que al matarla a ella, se mataban todas.

todo con pasión

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